viernes, 24 de agosto de 2007

INTELIGENCIA COMPETITIVA REGIONA Y SISTEMAS REGIONALES DE INNOVACION

INTELIGENCIA COMPETITIVA REGIONAL Y SISTEMAS REGIONALES DE INNOVACION
Autor: Ronald Cancino Salas, Jorge Petit-Breuilh

a) La Inteligencia Competitiva Regional en el marco de la Región de la Araucania: en la región, existen dos estudios respecto de la situación y proyecciones de la CT+I. El primero, es el estudio realizado por William Currie y Jaime Harris, identifica como principal problemática de la Araucania “...la no coincidencia entre lo que se ha investigado y lo que se está investigando con las orientaciones estratégicas de desarrollo de la región como un todo...”. (Currie y Harris, 2005), dada la no existencia de mecanismos de coordinación, ni de política regional de CT+I, así como la prevalencia de una lógica de atracción de recursos más que generación de proyectos en torno a ejes de desarrollo. Por otra parte, el estudio realizado por Ronald Cancino, propone dos ejes en torno a los cuales comprender las dificultades de la región de la Araucanía:

En relación a las características de contexto de gestión de la CT+I: Carencia de un marco global de políticas y de políticas de nivel meso: esto genera serias dificultades para generar proyectos cooperativos de ciencia, tecnología e innovación tecnológica (Fondos Regionales, por ejemplo); Poca claridad actual respecto de los modos de solución de los problemas de atriciones, competencias y funciones políticas y presupuestarias del CORECYT.; Problemas en la cultura científica y universitaria y problemas de cooperación y asociatividad interuniversitaria; Dinámicas de competencias por recursos entre grupos de investigadores; Dificultades para el establecimiento de comunicaciones interdisciplinarias en lógicas de cooperación segmentada; Carencia de un dispositivo de visualización del sistema completo de CyT: Carencia de un marco global de políticas de nivel meso y de dispositivo de visualización del sistema regional de CyT ; La existencia de un grado limitado de diferenciación de contenido en los Fondos del Programa de Innovación Tecnológica, y las dificultades para articularse a sistemas productivos locales y/o apoyo para la emergencia de estos: genera que se estancan posibles trayectorias reduciéndose el proceso a la producción de conocimientos vía fondos tradicionales de investigación.

En relación a los Focos de CT+I: Existe una amplia gama de campos de producción científica y tecnológica, pero estos no se encuentran articulados estratégicamente a los desafíos del desarrollo regional, pues existe una ausencia de políticas de nivel meso regional; La existencia de un potencial de innovación contenido, cuyo techo o cuello de botella lo constituye la I+D y el Desarrollo tecnológico, existiendo graves problemas para un tránsito sistémico hacia la Transferencia e Innovación Tecnológica; La articulación sistémica existente en diversos campos de producción científica, ha emergido espontáneamente, y ello es un potencial importante; Esta articulación heterogénea –heterogeneidad dinámica le hemos denominado- tiene un aspecto crítico que emerge por la ausencia para visualizar sistémicamente la innovación, y por la no existencia de políticas de nivel meso-regional: los campos de producción de ciencia, tecnología e innovación están generando procesos de “path-dependence” que requieren comprenderse en toda su profundidad, pues la dependencia de las propias producciones, genera estancamiento tecnológico; El estancamiento tecnológico, tiene a su vez una dimensión crítica: la posibilidad de generar saltos cualitativos pasa por una alta inyección de recursos financieros para generar nuevas innovaciones tecnológicas, y ello, en aquellos campos de punta tecnológicos, es experimentado como un aspecto crítico por los investigadores. Similar fenómeno ocurre con el potencial de Transferencia Tecnológica, donde el cuello de botella es la generación de asociatividad en red con la MIPYME Regional.

Frente a ello, las propuestas existentes, apuntan a:
Desde el punto de vista de Currie Harris (2005), se trataría de instalar la noción de Sistema de Ciencia y Tecnología, enfoque que organiza linealmente a los actores, y que en la actualidad ha sido mejorada en torno a la noción de Sistema Nacional y/o Sistema Regional de Innovación
[1]. La principal propuesta de este estudio es el Desarrollo de la Estructura Organizacional del Sistema de CTI de La Araucanía, el Desarrollo de los Recursos Humanos de los organismos o entidades vinculadas al sistema, y el Fomento a la Investigación, la Transferencia y la Innovación, así como el diseño de estrategias de integración vertical y horizontal basado en la relación cliente-proveedor.

Desde el punto de vista del estudio de Cancino (2005), las propuestas son:
Generar nichos de asociatividad en aquellos focos específicos de CTI (disciplinas-áreas de aplicación-lineamientos del Desarrollo Regional) para hacer transitar los fenómenos emergentes de innovación hacia la transferencia tecnológica hacia el mundo social y económico regional, mediante la generación de articulaciones y horizontales entre micro, medias y grandes empresas desde una óptica territorial a ello, debe incorporarse estrategias focalizadas, de alta inversión, en campos de producción de innovaciones tecnológicas patentables con real potencialidad. Así mismo, en el ámbito de la institucionalidad, se propone el fortalecimiento de las Capacidades de Gestión Regional de la Ciencia, la Tecnología e Innovación, entendida como un Proyecto Político Regional, esto es, un proyecto elaborado por todos los actores capaz de producir alineamiento estratégico en torno a visiones y escenarios de futuro y que por ende, permita levantar proyectos asociativos. Para ello, se propone la construcción de Políticas tecnológicas de nivel meso regional, considerando la gestión territorial que se realiza en el ámbito del desarrollo productivo.

A partir de lo anterior, resulta clara la necesidad de pasar a una segunda fase en la planificación y Gestión de la CT+I Regional, consistente en el diseño operativo y la Instalación de la Inteligencia Competitiva Regional como modelo de Gestión interinstitucional.

b) La Inteligencia Competitiva Regional en el marco de la dinámica global y territorial de la política de innovación.

En la actualidad, de manera creciente el análisis de procesos de desarrollo es visualizado en términos territoriales y regionales. En ello convergen una serie de desarrollos teóricos y metodológicos. El elemento que quizás aglutina a todos estos esfuerzos, desde el desarrollo endógeno, desarrollo económico local, geografía económica y espacial, radica en el paso de la comprensión del territorio desde un “contenedor” al territorio como “contenido” (Boisier, 2001), así como la redefinición que implica la dialéctica global/local: el aumento de flujos y movilidades (Castell, 2000) genera un resurgimiento de las identidades locales, de manera que las “megatendencias descentralizadoras” (Boisier, 1996) ponen en el centro del protagonismo al “territorio organizado” (Boisier, op.cit). Ambos ejes entonces, constituyen el punto de partida para la comprensión de la innovación tecnológica en una perspectiva territorial. Así, se hace cada vez más relevante para la geografía económica o economía espacial la innovación tecnológica. Se plantea que “la modificación del contexto tecnológico, productivo, sociolaboral e institucional provoca importantes cambios en la lógica espacial de las empresas y eso se traduce en la relocalización de numerosas actividades, la densificación de las redes de flujos y la aparición de nuevas formas de desigualdad,…” (Méndez, R. 1997: xiii). Desde la geografía humana así mismo, se concibe que la introducción de innovaciones técnicas constituye uno de los pilares para la comprensión de la “división y jerarquización del espacio”
[2]. De este modo se concibe que los principales efectos de la innovación sobre el espacio son: la transformación de las relaciones espacio/tiempo y división espacial del trabajo (Sánchez, J-E: 1991; Méndez, R. 1997); densificación de las redes de flujos tangibles e intangibles (Méndez, op.cit.), y necesidad de introducción de innovaciones en los territorios; nuevas funciones del espacio, movilidad espacial, localización y relocalización, producción del espacio y articulación /jerarquización del territorio (Sánchez, J-E, op.cit).

c) Sobre el Territorio, la acumulación flexible y la evolución del Paradigma Tecnológico. Existen aquí dos campos de debate. En primer lugar, el debate no resuelto respecto de los beneficios y dificultades para las regiones del proceso de la globalización. De un lado, lo “glocal” (Franco, 2002) es analizado como un proceso de “doble filo” que genera “regiones ganadoras” y “regiones perdedoras” (Bervejillo, 1996) o “espacios ganadores y emergentes” (Caravaca, 1998). Desde otra perspectiva, se indica que este mismo proceso genera amenazas en términos de marginalidad, pobreza y dependencia, o una “asimetría” en términos de “aumento de la desigualdad internacional” (Costa Filho, 1997). Este mismo problema, ha sido analizado como “desterritorialización-deslocalización y/o la reterritorialización-relocalización” (Wong, 1999). En este sentido, se propone distinguir entre “Globalización” y “Cambio Estructural” (Alburquerque, 1999). Estas diferencias de enfoque, pueden ser comprendidas como la observación de variaciones que adopta el nuevo proceso de “especialización flexible” como una de las alternativas al modelo fordista (Vásquez-Barquero, 1995). Los distintos territorios así, sufren impactos diferenciales (Caravaca, op.cit.). En este sentido entonces, es la variabilidad de experiencias territoriales (la heterogeneidad de la acumulación de capital, como dice Alburquerque) las que hacen comprender una u otra posición (tienen como base el problema del desarrollo de los países “post-industriales”, del “desarrollo tardío de la Europa del sur” y de “América Latina”). En segundo lugar, el problema radica en la comprensión de la Evolución del Paradigma Tecnológico y de las distintas Trayectorias Tecnológicas que emergen en este proceso. En este sentido, se plantea que si bien existen especificidades, las tecnologías tienden a seguir trayectorias similares “en cuanto al ritmo y dirección del cambio en las mejoras” (Pérez, Carlota, 2001:119).

Desde el enfoque de Desarrollo Endógeno y Desarrollo Económico Local, se propone que “La reestructuración productiva y territorial,…, puede concebirse como un proceso de ajuste de la economía espacial e industrial, que surge en la fase depresiva del ciclo largo de la economía, como consecuencia de la reacción de las empresas ante la necesidad de mejorar la rentabilidad de las inversiones” (Vásquez-Barquero, op.cit.: 15). En este proceso, la experiencia ha indicado que la emergencia y consolidación de “sistemas productivos locales” (1995), así como de la “política económica local” (1993) requiere la adaptación de los enfoques teóricos predominantes sobre el rol del espacio en la transformación productiva.

Vásquez-Barquero propone lo que denomina la “Teoría de la Dinámica Territorial”, que permite la incorporación en el análisis a la “localidad y sus relaciones con el sistema global de producción y de intercambio de mercancías…[y] permite incorporar en el análisis la diversidad de formas flexibles de acumulación y concretar aquellas que son dominantes y/o especificas de cada economía y de cada territorio” (op.cit., 16-17). Alburquerque, en la misma línea, propone que en el momento actual de la evolución del Paradigma Tecnológico, los desafíos fundamentales radican en el nivel micro (paradigma tecnoeconómico y estructura productiva) y meso (modo de regulación) (Alburquerque, 1997). En este proceso, la innovación tecnológica resulta fundamental, y en específico, requiere una redefinición de la Política Tecnológica Local. Para Vásquez-Barquero, la sola promoción/atracción de empresas es insuficiente (enfoque funcional). Frente a ello, sí se requiere “introducir innovaciones en el tejido productivo y de ser eficientes en términos de gasto público, la cuestión estriba en diseñar políticas de creación de nuevas empresas y de difusión de innovación tecnológica y tan solo, atraer empresas de alta tecnología para proyectos específicos” (Vásquez-Barquero, 1993: 259). Ello exige entonces, el análisis y ordenamiento territorial del cambio tecnológico y la innovación, y por ende, una política tecnológica que supere las limitaciones del apoyo a la alta empresa tecnológica (Ibid., 260 y sgtes). Respecto a esto mismo, Alburquerque propone que los “empresarios innovadores” pueden “intentar producir ellos mismos las tecnologías específicas que necesiten, es decir, crear sus propias trayectorias tecnológicas con vistas a endogeneizar el progreso técnico, para lo cual también pueden aprovechar su mayor conocimiento del medio local” (op.cit., 66. subrayado nuestro).

Desde la óptica de la evolución del Paradigma Tecnológico, el problema central, radica en que las tecnologías, al seguir Trayectorias, generan posibilidades diferenciadas para la innovación tecnológica. De ahí que las “ventanas de oportunidad” sean variables en relación a la fase en la que se encuentra el Paradigma Tecnológico. Carlota Pérez, indica que en las tres Fases básicas del Ciclo se producen diferencias en el tipo y en la dinámica de la innovación tecnológica: El ciclo se inicia con innovaciones radicales (asociada inicialmente a intensas experimentaciones en el producto, producción, mercado y usuarios), seguida de una fase de innovaciones incrementales (acelerados en calidas, eficiencia, efectividad). Así, se llega a la Fase de Madurez, donde el o los productos pierden dinamismo y rentabilidad (Pérez, 1998: , 2001). Pues bien, dependiendo del momento en el que se encuentra el ciclo, es que se producen difusiones territoriales de las innovaciones. Así, se produce la situación inicialmente paradójica, siguiente: “Cuando las tecnologías maduran, hay fuerzas que las expulsan más y más hacia la periferia, donde, presumiblemente, hay fuerzas complementarias que las atraen para poner en marcha procesos de desarrollo” (2001: 117). La paradoja de ello radica en que la “ventana de oportunidad” se abre, cuanto más madura es la tecnología, y por ende, cuando más inversión de capital se requiere para adoptarla y/o adaptarla. Así mismo, es en el momento de la generación de innovaciones radicales donde mayores posibilidades se abren a los “actores débiles”, dado el menor costo relativo de las inversiones, las posibilidades de apertura de nuevos mercados, adaptaciones tecnológicas, etc.. Desde una óptica no territorial, sino sociológica, se ha propuesto un modelo que permite analizar los modos como en el proceso de transformación o de generación de una Innovación Tecnológica, los sistemas sociales tiene la posibilidad de incidir en él. En la misma “lógica evolucionaria”, Hughes y Callon, proponen 6 momentos básicos para analizar “Sistemas Tecnológicos”: Invención, Desarrollo, Innovación, Transferencia, Crecimiento, Consolidación. Al igual que en el análisis de Pérez, es en los primeros momentos del ciclo de, en este caso Construcción del Sistema Tecnológico, donde los actores tienen mayores posibilidades de influir como “constructores de sistemas”. En los momentos finales del ciclo, la escisión entre “operadores de sistemas” y “constructores de sistemas” se hace radical (Hughes, Thomas, 1987).

Ambos desarrollos teóricos entonces, resultan relevantes, y requieren su conjugación. De un lado, las transformaciones y el rol de los territorios, y de otro, las transformaciones experimentadas en las distintas fases del Paradigma Tecnológico. En el cruce de ambos análisis, emerge el problema de la Política.

Por lo anterior, el modelo de Inteligencia Competitiva Regional, se concibe como una estrategia-metodología que permite:

- El desarrollo de estrategias capaces de visualizar las dinámicas globales de CT+I, en términos de conformación de Sistemas Nacionales y Transnacionales de Innovación.
- La identificación de focos de CT+I en relación a las dinámicas de los ciclos de Innovación Tecnológica.
- La construcción de estrategias de articulación de actores regionales e interregionales como mecanismos para enfrentar los riesgos del “Path-dependence”, esto es, la dependencia de la trayectoria que pueda de un lado generar bolsones no comunicados de innovación con el territorio y actores regionales, y de otro, la deriva hacia la perdida de competitividad dada la ausencia de mecanismos de coordinación.


[1] La principal crítica elaborada por los actores regionales, dice relación con la nula o casi nula participación en la construcción de la estrategia, por lo cual hoy se encuentra seriamente cuestionada como ruta para el trabajo en CT+I.
[2] “La división espacial es complementaria de la división social y de la división técnica del trabajo…El espacio pues no recibe una configuración social uniforme, sino que muy por el contrario, es la base de la jerarquización social dentro de la formación social.”. Sánchez, J.E. (1991) Espacio, economía y sociedad. Ed siglo xxi. Madrid. pág. 124.

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